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martes, 11 de marzo de 2014
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| César Vallejo/Poeta |
Soy apasionado por la
Poesía, por la manera en que captura el mundo y lo comprime en palabras
cargadas de significados, de interpretaciones... de amores y tormentos. El día
en que conocí este poema, había sido un día oscuro, gris, con mala energía y me
calló como anillo al dedo, puesto que estaba sintiéndome mal, ¿adolescencia?,
no sé, simplemente estados que cualquier persona puede tener. Comencé a leer el
poema y se me erizaba la piel puesto que cada palabra describía lo que yo no
pude hacer por medio del lenguaje.
Desde ese momento comencé
a investigar acerca de este escritor peruano, el cual tiene por nombre César
Vallejo. Me encontré con otras sorpresas en su repertorio, que me hacían tener
más empatía hacia él. Esa manera exquisita de escribir, de expresarse, de
la forma que toman sus palabras en la mente del lector, me han hecho convertirme
en su fiel seguidor, admirador y ejemplo a la hora de hacer escritos.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que mastico... y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de ferétro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
